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Mujer indígena es PODER

Medellín 5 de septiembre de 2020

Mujer indígena es PODER



Desde nuestra  propia voz….

Cada 5 de septiembre conmemoramos y traemos a la memoria a nuestras ancestras que han luchado por la  dignidad  y los derechos de los pueblos originarios y por los derechos de las mujeres indígenas.  Oportunidad también para visibilizar nuestra  historia colectiva, nuestra situación y las perspectivas que tenemos.

          

Nosotras mujeres indígenas de Antioquia de los  pueblos  ÊBERÃ CHAMÍ, ÊBERÃ EYÁBIDA, ÊBERÃ DÓBIDA, SENÚ Y GUNA DULE juntamos nuestras voces desde nuestros corazones, guiadas por la sabiduría ancestral y la fuerza espiritual de nuestras sabias y  nos  reconocemos como seres con fortalezas milenarias y con aspiraciones de cambio en este aquí y ahora.

Somos el  51% de la población nativa del departamento, es decir, habitamos alrededor de 20 mil mujeres indígenas en toda  Antioquia. Somos fuente del conocimiento y la identidad tradicional, somos quienes conservamos y enseñamos los valores culturales, la lengua y la ética indígena y defendemos nuestros derechos y los de nuestras comunidades. Hemos sido parte activa de las luchas sociales y reivindicativas de nuestros pueblos.


Somos importantes para el proceso organizativo y social de las comunidades y de nuestra Organización, jugamos un papel muy importante en la economía de las familias con la producción de artesanías y la agricultura de subsistencia para nuestros hogares.

Las mujeres indígenas somos sabias, sanadoras, parteras, médicas tradicionales, trabajadoras y armonizamos el territorio. Tenemos un papel crucial en el mantenimiento de los sistemas agrarios y en la autonomía alimentaria de los pueblos, así como una relación vital con la naturaleza manteniendo su riqueza y biodiversidad.

Pero también, somos víctimas de múltiples formas de violencias, las que padecemos los vejámenes de la discriminación institucional, del racismo estructural y de una cultura patriarcal.

Somos las mujeres indígenas las que vivimos de manera directa la vulneración a nuestros derechos económicos, sociales, culturales y de la naturaleza. Víctimas directas de la esclavización, la explotación y la exclusión social.

Somos nosotras, quienes a partir de nuestros procesos de formación y de incidencia venimos liderando procesos organizativos y políticos para trabajar desde dentro los cambios en las relaciones de poder entre hombres y mujeres.


Las mujeres indígenas no formamos parte activa de los gobiernos propios, por tanto, estamos al margen de las decisiones que se toman en los órganos de gobierno y no vemos nuestras agendas priorizadas en las actuaciones de los cabildos. Entre los mandatos indígenas actuales está alcanzar la paridad política tanto en los órganos de gobierno como en los espacios de toma de decisiones.

Los presupuestos sensibles al género y la participación de las mujeres en la gestión presupuestaria de los cabildos indígenas todavía no es una realidad en las regiones de actuación. Estos se han comprometido y no cumplido a destinar rubros para combatir la violencia de género y promover la igualdad y los derechos de las mujeres.

Hoy necesitamos juntar nuestros pasos, nuestras voces, nuestra fuerza colectiva como mujeres lideresas, para luchar por una sociedad que respete los derechos de las mujeres, porque todavía existen limitaciones en el reconocimiento y ejercicio de éstos.

Situadas en los principios de complementariedad y de respeto a las diferencias, afirmamos que  es indispensable reconocer y apoyar el papel que las mujeres tenemos en la cultura, el territorio, la salud, el gobierno y la educación. Hemos logrado que las actuales 10 políticas de la OIA, nombren la necesidad de que sean trabajadas desde la mirada de las mujeres, pero es una aspiración en la que todavía falta camino para que sea una realidad.

De todas formas pueden verse ya cambios importantes en la vida de las mujeres indígenas que evidencian que la cultura es dinámica y se puede transformar. Sin embargo, también persisten situaciones sumamente difíciles y urgentes de abordar, como la discriminación, el maltrato, el acceso desigual a los recursos o la carencia de éstos, entre ellos la tierra; desigualdad en el acceso a educación y capacitación, la marginación en las decisiones políticas de la comunidad y el poco reconocimiento del papel que desempeñan en distintos ámbitos de sus sociedades.


De estos desequilibrios vividos en nuestra cultura indígena han surgido también las alternativas para transformarlas:

 

  • Trabajar el principio de la complementariedad: regresar a la ley de origen, lo que “implica un reconocimiento urgente y permanente de las condiciones de subordinación y discriminación que padecen las mujeres, así como de sus potencialidades”.
  • La búsqueda de la autonomía y la participación: para tomar nuestras propias decisiones y participar en aquellas que afectan nuestra vida, la de la  comunidad y organización.
  • Fortalecer la juntancia y la organización de las mujeres indígenas para construir alternativas de transformación.

Actualmente estamos tejiendo en red una propuesta de incidencia política colectiva y contamos con nuestra Agenda Política de las Mujeres Indígenas de Antioquia…  juntas incidiendo en nuestro Buen Vivir, con 30 propuestas en 8 dimensiones: autonomía económica, participación política, salud, educación, acceso a la justicia, paz, territorio y ambiente sano y organización de las mujeres. 

 

Estamos buscando en una danza salvaje

que convoque a otras mujeres y éstas a otras más

hasta que seamos un batallón o un ejército de amor

que acabe con todas las miserias y opresiones;

estamos buscando, buscamos todavía a una mujer, que mirando al sol no cierre sus ojos”

Julieta Paredes, Indígena Aymara.

 

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